#AlFinDelMundo – DÍA 3
El tercer día de viaje nos permitió empezar a disfrutar del viaje, pasando ya las dudas de si lo conseguiríamos: Esto lo vamos a hacer!!. El día se compuso de dos etapas (Zaragoza-Tudela y Tudela-Logroño), donde nos encontramos muchas sorpresas. Por ejemplo, al llegar a Tudela empezamos a buscar algún buen samaritano que nos dejara cargar el coche. El problema era más bien que no había… nadie. Las calles vacías. Zombieland. El día de mañana. Bolas del desierto cruzando las calles.
Después de un rato de buscar, un señor ya entrado en sus noventa nos dijo que justo ayer acababan de empezar las fiestas y que en esa hora el pueblo todavía dormía. También nos dijo que él nos dejaría cargar encantado pero que vivía en un sexto piso. Así que desistimos intentarlo. Afortunadamente, unos metros más adelante vimos a un chico joven, con un pañuelo rojo y una cara de venir de fiesta que no engañaba a nadie. Bajé la ventanilla, grité un “perdone” y al girarse lo primero que dijo fue un “¡hostia!” gritando. “Ya sé quién sois, y lo que estáis haciendo. Vais a Finisterre, y es brutal que estéis en mi pueblo!!”. Y así, sin más, Adrián cambió su plan de irse a dormir unas veintidós horas para ayudarnos a encontrar un sitio donde cargar. Y no solo lo pudimos cargar entero, si no que nos llevamos unos pañuelos típicos de las fiestas de Tudela, y un vinito que tendrá que esperar a que la aventura acabe.
El día acabó en Logroño, donde una tormenta nos acompañó toda la noche, y ya destrozado, cambié una noche de tapas por… una pizza en la habitación. Eso sí, me supo a gloria. Y a dormir, que el cuarto día prometía sorpresas.
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