Rodearse de los mejores
A lo largo del tiempo he tratado de crear muchas cosas, algunas con más acierto que otras, y en todas, a pesar de todo, me he dado cuenta de una cosa: los compañeros de viaje cuentan y saberlos elegir ayudan, o no, al desarrollo final del mismo. Y no sólo esto: también la actitud que tu tomes hacia ellos.
Me acuerdo que cuando empezamos a hacer proyectos todo era muy sencillo: éramos dos, o tres, dependiendo del caso, y cada uno se encargaba de un área muy marcada. Pero a medida que las cosas crecían se incorporaba gente a la que tenías quedarle responsabilidades, y aquí estaba el problema. Acostumbrados a hacerlo todo, un recién llegado corría el peligro de no hacerlo bien. ¿Además, si toda la vida lo hacíamos entre tres, por qué cambiar?
El tiempo nos demostró que estábamos equivocados, y sólo hicieron falta unos días. Las nuevas incorporaciones sí, nos quitaban trabajo, pero no en el sentido de robar, sino de aligerar nuestras ya de por sí cargadas mochilas de responsabilidades. Podían hacer muchas de las cosas que nos ocupaban tiempo y con un plus: aportando su visión única que daba más valor a lo que hacíamos. Grandes cambios que he aplicado a lo largo de la vida han llegado de gente de la que me he rodeado.
Pero no solo se aprende a nivel profesional. Aplicar el mismo pensamiento a título personal me ha permitido ganar calidad de vida, tener más tiempo para mí y poderme dedicar a otras cosas, profesionales o personales. Si ser emprendedor es un trabajo ya de por sí 24/7, hacer que lo siga siendo, pero reduciendo una marcha es de agradecer. Así, fruto de estos descansos mentales he podido y puedo pensar en otras cosas y ponerme a desarrollar nuevos proyectos que de otra forma sería imposible.
Es por esto que cuando veo a gente estresada por el trabajo que tienen, por no llegar a pesar de contar con una plantilla importante de trabajadores siempre me viene una duda a la cabeza: ¿realmente saben gestionarlas? ¿son capaces de explotar su potencial y sacar provecho de él? Y a respuesta es… probablemente no. En demasiadas ocasiones confundimos el dirigir con el liderar. Y debemos saber cambiarlo. Sólo así pasaremos de tener piezas sueltas a complementos que vayan a juego.