Raspberry Pi
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Hace ya varios meses que compré una Raspberry Pi. Ordenador minúsculo (de tamaño), con buena base de hardware que aunque no muy potente, es claramente suficiente para pequeños proyectos. Y creo que vale la pena mirarlo de cerca, y ver qué se puede hacer con ello.
Lo primero que sorprende de Raspberry Pi es probablemente muy similar a lo primero que sorprende a alguien que empieza a usar Ubuntu: La increíble comunidad de personas que hay usándolo y dispuestas a publicar los problemas -y soluciones- que se van encontrando en el día a día. Un ejemplo de ello es el anuncio de hace unas semanas donde informaban que habían llegado a la increíble cifra de un millón de «Pi’s» vendidas.
Bajo mi punto de vista, la Raspberry no sería ni de lejos lo interesante que es si no hubiera un proyecto detrás, Raspbian, que se encarga de portar y optimizar Debian para Raspberry. Esto permite crear entornos de aprendizaje, de trabajo, de pruebas… en minutos. Alguien que se mueva en el entorno probablemente sabrá que Debian ya de distribuía con soporte para ARM (la arquitectura del procesador de Raspberry), pero resulta que lo hace solamente para versiones de ARM superiores a la que lleva Raspberry. Una vez más, la comunidad respondió y se encargó de portar todo Debian a la arquitectura de Pi.
¿Resultado? La propia organización que creó Raspberry Pi distribuye y empaqueta una imagen de Raspbian, para facilitar la vida a sus usuarios.
Las posibilidades en el mundo educativo
Una de las cosas que más inquieto me deja cuando pienso en las posibilidades de este pequeño ordenador es cuando me pregunto ¿Porqué no hay escuelas aquí que centren un curso de informática en comprar una Raspberry Pi por alumno (el coste es inferior a los 35 euros) a principio de curso y enseñar las bases y la importancia del Open Hardware, de las comunidades Open Source, enseñen Linux, incluso nociones básicas de programación…
Como siempre, vamos muy por detrás de otros países, donde ya se usa Raspberry como herramienta para enseñar a los alumnos, que al acabar el curso se llevan a casa toda la plataforma con la que han aprendido para seguir desarrollando su curiosidad. Además, con la misma plataforma, un alumno hará una estación de radio portátil, otro hará la base para un robot, otro un servidor web para la escuela, y así infinitamente: Una sola base, con infinitos proyectos.
La base de proyectos comerciales
Por último, Raspberry ofrece algo que pocos grandes proyectos de Hardware ofrecen: Libertad para usar su plataforma para construir plataformas mayores. Esto es, alguien puede crear un producto que lleve como corazón una Raspberry Pi y lo único que le piden desde la fundación que crea Raspberry es que incluya un mensaje del tipo «Powered by Raspberry Pi» en el manual y en la caja del producto. Ni pago de cánones, ni licencias, ni nada. Solo esa frase.
Este hecho está provocando ya un alud de proyectos en plataformas de crowdfunding que tienen como base esta pequeña placa. Y creo que este hecho demuestra que facilitar la vida a la gente que quiere desarrollar sus ideas de cualquier manera solo puede provocar un aumento de velocidad en el curso de la innovación: Personas que se preocupan de hacer su producto potente, y no de diseñar placas base sobre las que correrá su producto. Y ni hablar ya de las posibilidades de interconexión en el futuro entre todos estos proyectos al usar una plataforma común.
Sea como sea, si todavía no os habéis hecho con una Raspberry Pi, en España hay una gran plataforma y tienda montada alrededor de la Pi que se llama RaspiPc, que además ofrecen muy buenos consejos y trucos en su cuenta de twitter (@raspipc). En México, lo más fácil es comprarlo directamente con el primer distribuidor a nivel mundial, que es Element14. Ala, ¡a dejar fluir la imaginación!