Sobre Pau
Pau Garcia-Mila es un emprendedor en serie y comunicador nacido en Barcelona en 1987. Fundó su primera empresa a los 17 años, que fue posteriormente adquirida por Telefónica. Ha sido nombrado Innovador del Año en 2011 por la publicación del MIT TR-35, y es ganador del premio FPdGI Princesa de Girona.

Pau es también fundador de Ideafoster, consultora especializada en innovación disruptiva que en 2018 fue adquirida por Canvia (empresa del grupo Advent International), y de Founderz, escuela de negocios online no convencional.

En paralelo, habla en conferencias sobre Innovación, Éxito y Fracaso y da clase en ESADE donde es parte del equipo del Master en Digital Business.

Qué podemos aplicar de la «vuelta al cole» en el trabajo

Llegar a estas fechas significa para la mayoría de mortales que terminan las vacaciones y empiezan otra vez a odiar los lunes. Sí, no todo el mundo ha tenido días libres, algunos se han quedado en la oficina, pero estaremos de acuerdo en que el volumen de trabajo en España disminuye de forma espectacular en verano. Ya desde finales de junio notas que hay menos emails, los acuerdos se posponen con un “lo dejamos para septiembre” («perdona, estamos a 10 de junio, piensas, pero no hay manera»), y si haces algo es por tu cuenta. Pero hay un colectivo que nota la llegada de septiembre de manera muy diferente: el de los niños. Toca volver al cole, a la rutina, se termina el «no hacer nada». Y de ellos os quiero hablar hoy, porque creo que podemos aprender mucho mirándolos.

Si miráis atrás recordaréis como eran nuestros 15 de septiembre. Me parece que estos últimos años la fecha ha cambiado pero históricamente era el día de volver a coger la mochila, los libros e ir a la escuela de nuevo. Aquellos nervios, el forrar los libros con Aironfix, saber con quién te sentarías. Y también el estar seguro que los primeros días haríamos poco. Nos contaban el temario, presentaban los profesores… y hacían que el aterrizaje fuera menos duro.

Por eso, creo que volver al trabajo podría ser igual. Una empresa no puede pretender que alguien que lleva 30 días fuera, que todavía se está poniendo Aftersun y tiene arena entre los dedos de los pies, se siente y se ponga a rendir al 200% a las 8.01 del 1 de Septiembre. Sí, somos profesionales, pero también personas, y de la misma forma que hay días que nos llevamos el trabajo a casa, que estamos preocupados, nos merecemos poder llevarnos las vacaciones al trabajo.

Consejo 1: dejemos que el warm up, el calentar los motores, sea de más de un minuto. Si dura un día no se hundirá el mumdo. Ni la empresa.

Me acuerdo cuando entraba al recinto de la escuela y veía a los amigos. Con algunos habías compartido horas de verano, pero de otros habías perdido la pista. Así que la verborrea que teníamos era infinita. Soñábamos con lo que nos contaban, imaginábamos grandes viajes (que en realidad eran pequeños hinchados con la imaginación de los niños), y esto nos encantaba. ¿Por qué no lo hacemos en el trabajo? No lo digo para crear envidias, no, lo digo para ejercitar el cerebro. De alguna anécdota, de algún problema que nos cuenten, podremos sacar algo interesante. Además, pondremos en práctica lo de hablar en público.

Consejo 2: dediquemos un espacio y tiempo en la empresa para compartir vivencias el primer día de vuelta al trabajo, donde todos contarán algún detalle. Mejor empezar con risas que con estrés.

Volver a empezar era también mirar si las clases habían cambiado. Habíamos acabado junio con los partidos del A contra el B y era importante saber qué letra tocaba defender. Y si no cambiaba la clase cambiaba el lugar donde nos sentábamos. Era una forma de crear equipo y de conocer a gente. Además servía para variar. ¿Ya veis por donde voy, no?

Consejo 3: aprovechemos la vuelta para cambiar cosas. Cambiar de lugar de trabajo, intentar empezar algún proyecto con alguien de otro departamento. Empezaremos con nuevos aires, creando más vínculos y probablemente más motivados.

Podría hablar de los profesores, de las nuevas materias (¿por qué nos limitamos a hacer siempre lo mismo y no nos atrevemos a proponer cosas nuevas?) y de muchas cosas más, pero lo importante, lo que os quiero transmitir, es que seguimos siendo niños. Nos vamos de vacaciones, menos que antes, aprendemos, quizás con más problemas, más preocupaciones, pero al final lo que no debemos dejar de hacer es mirar las cosas con ojos de niño. Nos servirá para avanzar y pasarlo mejor. Ay, los niños.

Y lo que nos queda por aprender de ellos…

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