Los iPad perdidos del congreso
Normalmente no suelo meterme en saraos políticos, incluso abstenerme de opinar. La verdad es que me gusta la política y la respeto muchísimo, incluso creo que a veces sentenciamos sin escuchar todas las partes de cada problema. Pero este tema de los iPads me parece tan absurdo que vale la pena prejuzgar, imaginar lo que ha pasado y arriesgarme a equivocarme (ojalá).
Me indigna muchísimo que ochenta (¡¡80!!) diputados del Congreso, de un total de 350 (es decir, un 22%) hayan declarado que han perdido su iPad para que les den otro. La notícia ha saltado cuando el Congreso se ha negado a reponer 50 iPads más, después de haberlo hecho ya con 30. La táctica es fácil y directa: Digo que lo he perdido, me dan otro. Y lo que yo creo, y creemos casi todos: Uno debió perderlo de verdad, se lo reponieron, lo contó a algún colega y empezaron a decir que lo habían perdido todos. Y si no me equivoco, y solo uno de ellos realmente no lo ha perdido y ha hecho trampa, quiere decir que al menos 1 de las 350 personas encargadas de hacer leyes, simplemente, hace trampa. Y eso debería preocuparnos.
Malpensado, diréis… ¿Y si lo han perdido de verdad?… Si lo pensamos bien, esto solo abre sólamente tres opciones, y cada una me cabrea más que la anterior:
1) Esos diputados son tontos. Y realmente los han perdido porque no saben donde tienen la cabeza. Igual que han perdido un cacharro de 600 gramos y unas dimensiones considerables, imagino que también perderán sus carteras llenas de documentos privados, pendrives con material confidencial, teléfonos móviles, llaves de casa, el coche, el perro, quizás también alguno ha perdido un hijo. ¡Qué miedo!
2) Esos diputados no valoran el dinero. Porque alguien que valore su iPad no lo pierde, nunca, y lo cuida, además de por los datos que contiene, por su valor económico, que no baja de 400 euros. Alguien dirá que si al menos Apple fuera una empresa del país, así reactivan su economía… en fin. No valoran nada.
3) Esos diputados no lo han perdido, y han visto la posibilidad de hacer esa pequeña trampa sin que se note. Nadie se dará cuenta, nos aprovecharemos de que el sistema no pregunta cuando dices que lo has perdido y te dan otro, y mira, este se lo doy a mi hijo. Y así nos va.
Sea como sea, ya sean tontos, prepotentes o tramposos, ninguna opción es buena para nosotros. Por una sola razón: ¿Que pasará ahora? ¡Nada! Como siempre, nadie hará nada. Y lo que es peor: ¿Si estoy dispuesto a hacer trampa por 400 euros, realmente debemos pensar que no haré otras trampas por 400.000? ¡¿Realmente intentar quitarle 400€ a la gente es todo lo malo que están dispuestos a hacer, y aparte de esta pequeña cosa son totalmente honestos?!.
La única razón por la que me gustaría ser presidente de un gobierno sería para limpiarlo de toda esta porquería. Y precisamente por esto nunca podré ser presidente de ningún gobierno. Curioso. Y vosotros, ¿qué opináis?