Sobre Pau
Pau Garcia-Mila es un emprendedor en serie y comunicador nacido en Barcelona en 1987. Fundó su primera empresa a los 17 años, que fue posteriormente adquirida por Telefónica. Ha sido nombrado Innovador del Año en 2011 por la publicación del MIT TR-35, y es ganador del premio FPdGI Princesa de Girona.

Pau es también fundador de Ideafoster, consultora especializada en innovación disruptiva que en 2018 fue adquirida por Canvia (empresa del grupo Advent International), y de Founderz, escuela de negocios online no convencional.

En paralelo, habla en conferencias sobre Innovación, Éxito y Fracaso y da clase en ESADE donde es parte del equipo del Master en Digital Business.

La importancia de saber programar

Contenido de la publicación:

Una de las cosas que más me ha aportado a nivel profesional en esta vida es haber aprendido a programar entre los 15 y los 18 años. Aunque soy consciente de que mis conocimientos son limitados al lado de alguien que dedica su vida a ello, sí que considero que tengo los conocimientos que me permiten desarrollar mis proyectos de forma autónoma y salirme con la mía. De hecho, participé en la programación de las primeras versiones de eyeOS, bajando gradualmente el porcentaje de tiempo que dedicaba a ello, de 100 hasta prácticamente 0.

Dicho esto, quisiera centrar este artículo en todo lo que programar me ha aportado a mí como persona, y por qué creo que es muy recomendable que todos los niños/jóvenes aprendan a programar independientemente de a qué quieran dedicarse de mayores.

Decía Steve Jobs que “todo el mundo debería aprender a programar un ordenador porque esto te ayuda a pensar”. Y no puedo estar más de acuerdo. Una gran parte de la población ve el programar como algo raro. De hecho esto es lo que han vendido los medios: un tipo bien entrado en sus kilos, con bolsas de patatas fritas, encerrado en una habitación, que odia relacionarse con la gente. Pero definitivamente, programar va mucho más allá. Para mí, entender código, poder jugar y probar me ha permitido aprender muchas más cosas. De manera resumida, son estas:

1. Ordenar las ideas

Cuando abrimos una aplicación, o una web, pensamos en el resultado final, pero no. Lo que hay detrás va mucho más allá y tiene una complejidad que el usuario final a veces no llega a imaginar. Programar te hace desarrollar el pensamiento abstracto, ordenar las ideas más allá de lo que se ve «a simple vista».

2. Buscarte la vida

Hay universidades y academias que enseñan a programar, pero no nos engañemos: para aprender a programar, nuestra mejor escuela siempre somos nosotros mismos. Cuando tienes un problema y chocas de frente con un muro, el reto está en saber superarlo. Y no hay un manual que lo solucione todo. Tienes que buscar, unir posibilidades, probar, imaginar, preguntar, y al final siempre se ve la luz al final del túnel. Programar te ayuda a espabilarte.

3. Pensar cosas nuevas

Uno no se puede poner a programar sin una idea, sin un objetivo por pequeño que sea. Todos los programadores (o la gran mayoría) en algún momento de su vida tienen un proyecto propio en el que creen, que les quita unas cuantas horas al día, que les roba el sueño, al que quieren dedicar todo su tiempo. Programar te obliga a innovar, y esto no tiene precio.

4. Esforzarte

Nada es fácil, y programar tampoco. Un idioma lo aprendes y ya no cambia. Programar te hace familiarizarte con muchos idiomas que van cambiando y adaptándose a lo que pasa. Puedes ser un experto en un lenguaje, pero en cinco años todo ha cambiado y te puedes ver obligado a reciclarte. Leer, informarse, no parar, son algunas de las cosas que van de la mano del programar. Y quizás es lo que lo hace apasionante.

5. Trabajar en equipo

Eres tú, pero puedes no ser tú solo. Me explico. Sí, puedes programar en tu habitación, pero sabes que tendrás dudas, que querrás preguntar, y que para proyectos que se salgan de lo anecdótico deberás buscar a alguien más. Y esto es mágico. Programar ha creado grandes redes a través, por ejemplo, del Open Source. Lo decía Peter Sunde cuando le hablaban de «mundo real»: «no hay mundo real, es el mundo Away From Keyboard (AFK), más allá del teclado«. No puedo añadir nada más a esto.

Estos cinco puntos son algunos que se me ocurren cuando pienso en lo que programar me ha aportado hasta hoy y probablemente me seguirá aportando. Y es que es un mundo por descubrir que debería ser, sin duda, más valorado.
¡A programar!

codi