Sobre Pau
Pau Garcia-Mila es un emprendedor en serie y comunicador nacido en Barcelona en 1987. Fundó su primera empresa a los 17 años, que fue posteriormente adquirida por Telefónica. Ha sido nombrado Innovador del Año en 2011 por la publicación del MIT TR-35, y es ganador del premio FPdGI Princesa de Girona.

Pau es también fundador de Ideafoster, consultora especializada en innovación disruptiva que en 2018 fue adquirida por Canvia (empresa del grupo Advent International), y de Founderz, escuela de negocios online no convencional.

En paralelo, habla en conferencias sobre Innovación, Éxito y Fracaso y da clase en ESADE donde es parte del equipo del Master en Digital Business.

La creatividad

Contenido de la publicación:

La creatividad es, para muchos, algo que todos deberíamos estudiar alguna vez en la vida. Para otros (menos), un don que se tiene o no se tiene, y para la mayoría, algo que, de tenerse, abre muchas puertas.

Es difícil si no imposible transmitir la creatividad en sí, y los grandes maestros suelen serlo de un ámbito concreto pero, a la vez, capaces de transmitirla y explicarla en cualquier ámbito.  Ferran Adrià es, seguramente, uno de los grandes y mejores creativos que tenemos. Tina Seelig o Philip Kotler son voces que todos debemos escuchar cuando hablan de creatividad, y podríamos seguir así horas y horas. 

Sin embargo, este artículo no está pensado para repasar cómo de creativos son los genios que nos rodean, sino de analizar cómo ser un poco más creativos, ya que si un emprendedor al empezar un negocio tiene pocos recursos, sin creatividad probablemente se está condenando: Al empezar, la única manera de hacerse ver es creativamente, de maneras poco habituales, normalmente baratas y que provocan sorpresa a quién las ve. 

Después de hablar con muchas de personas en la radio que tuvieron ideas y las empezaron, llegué a una lista de cosas que todos o casi todos hacían de vez en cuando para no perder esa creatividad. Y he querido compartirla:

1) Localizar ideas donde parece que no las hay

Y para localizarlas, analizar cuáles son nuestras pasiones. ¿Qué haríamos si tuviésemos un billón de euros en el banco? ¿A qué dedicaríamos el tiempo? Sea cual sea la respuesta, eso es nuestra pasión. Una vez localizada, intentaremos generar «cosas» (ideas) que podemos hacer que permitan que la gente que no lo tiene como gran pasión pero sí como algo que le gusta hacer estaría dispuesta a pagar por ello.

2) Analizar el entorno y la rutina

Hay grandes ideas escondidas en nuestra rutina esperando ser localizadas, vistas y mejoradas. Situaciones que de tantas veces que las hacemos y repetimos nos parecen normales, pero que cuando alguien las ve suele sorprenderse y copiarnos. Si somos capaces de listarlas, seremos capaces de desarrollarlas.

3) Explicar y esperar feedback

No nos engañemos: La sociedad (o una parte de ella) no querrá que tengamos éxito, ya sea porque son personas cercanas que nos quieren y no quieren vernos fracasar, o porque son personas cercanas que nos odian en secreto y no quieren vernos triunfar. Así que si conseguimos localizar personas sin un vínculo emocional con nosotros, que estén dispuestas a darnos feedback de las ideas y que tengan algo en común con ellas (que sean usuarios de cosas parecidas, por ejemplo), tendremos feedback de calidad.

4) Volver a empezar

Toca encender el DeLorean para volver al punto 1 y empezar de nuevo. Y al llegar al 4 de nuevo… volver al 1. Así tantas veces como queramos/podamos, ya estemos un día, una semana, un mes o un año haciendo este ejercicio. Tarde o temprano habrá una idea que recordaremos más que las demás, que no hará falta buscar: Que vendrá ella a nosotros una y otra vez sin que estemos pensando en el ejercicio: Esa será la idea que debemos desarrollar:

Tengan éxito o no, tenemos asegurado un buen rato intentándolo. Y además, creativamente. 

La creatividad