¿Deberíamos educar a los niños para que sean emprendedores?
Hace ya algunos años que en diferentes países del mundo se empezó a incluir «espíritu emprendedor» o «emprendimiento» como asignaturas en colegios e institutos, algunos incluyendo ese tipo de asignaturas antes casi de que los niños aprendan a hablar y otros esperando a los 12-14 años para empezar. En ellas se tocan muchas cosas, desde capacidad de resolver problemas creativamente, hasta pensar diferente, pasando (en algunos casos) por repasar la biografía de Amancio Ortega.
Sin embargo, y ahora que soy padre, me pregunto si me gustaría que mi hijo hiciera este tipo de asignaturas dentro de unos años… y la verdad, no sé qué responder. Creo que es imprescindible reflexionar sobre qué esperamos que se enseñe en una clase de emprendimiento. Y a partir de ahí, cada uno decidir si quiere eso para sus hijos o prefiere evitarlo. Aquí van mis reflexiones:
- Si lo que se enseña es a superar retos creativamente (por ejemplo, se explica el pensamiento lateral de Edward de Bono), estoy totalmente a favor: estamos enseñando a los niños a no ser clones, a buscar soluciones para los problemas que se encuentren y además, les damos herramientas que serán útiles tanto a los que quieran montar sus proyectos de mayores como a los que no.
- Si basamos la educación en emprendimiento en la preparación para el fracaso, explicando que el mayor denominador común dentro de todos los proyectos son los fracasos, y el éxito es algo fuera de lo normal (presentar el fracaso como lo ordinario y el éxito como lo extraordinario), vuelvo a estar 100% a favor. Otra vez, enseñar a los niños a superar los baches que se encuentren es algo que usarán en su vida, independientemente de a lo que se dediquen en el futuro.
- Si las clases se centran en repasar biografías y ver casos reales, que normalmente serán casos de éxito, en este caso espero y deseo que mi hijo nunca haga estas clases. Y por muchas razones: estaremos contribuyendo a dar a entender que los casos de éxito son algo normal. Estaremos presentando el montar empresas como la única manera de usar ese «espíritu emprendedor». Estaremos usando una asignatura para defender una profesión (la de empresario), en cuyo caso deberíamos hacer también una asignatura para cada profesión posible. Y podría seguir hasta mañana dando razones.
- Si en lugar de hacer una asignatura obligatoria para todos, se propone una asignatura opcional y específica donde se enseña y se explica como funciona un equipo, una empresa, e incluso se fomenta que los niños dentro de esa asignatura creen y prueben, jugando, a crear cosas (pulseras, limonada, el periódico del cole) para entender el proceso y ganar algunos euros que acabarán dedicando a alguna causa mayor, me parece perfecto. En este caso, no seré yo el que decida si mi hijo lo quiere hacer o no, será él y sólo él.
En resumen, creo que deberíamos tener cuidado sobre qué transmitimos a los más pequeños, especialmente en épocas duras y de crisis económica. He visto profesores que explican a los niños que si quieren evitar vivir más crisis en el futuro tienen que ser muy emprendedores. Que ser emprendedor es la única manera de evitar las crisis. Casi les ponen la pistola en la cabeza para que firmen una escritura de constitución, prometiendo el éxito asegurado.
No sé a vosotros, pero si a mi me hubieran dado una asignatura sobre «ser carpintero» y me hubieran dicho que la única manera de ser feliz, de ayudar a mi familia y a la sociedad, de no ser un vago, y de hacer algo de provecho es siendo carpintero… hoy me dedicaría a cualquier cosa menos a eso. Por esa razón, creo que tenemos que vigilar mucho cuando proponemos clases de «emprendimiento», ya que podrían acabar dando la vuelta y creando (si cabe, todavía más) distancia entre la realidad de montar un proyecto propio y la imagen que se tiene socialmente de ello.
Así que, si puedo dar mi opinión: para los niños, más pensamiento creativo y menos biografías de Amancio Ortega.